viernes, 11 de noviembre de 2011

8.La sorpresa

Al día siguiente decidimos ir río abajo para ver lo que había. Salimos pronto, porque el Sol solo aparecía un poquito por el horizonte.
Nos preparamos con todo para pasar el día en aquel sitio al que decidimos ir. La elección se tomó por Paulin, Lena y yo, Derek. Ya teníamos todo preparado cuando caímos en la cuenta de lo más importante: La botella de sangre de ciervo, muy rica y nutritiva, decidimos llevarla en la mano para poder beber si hacía falta.
Emprendimos el viaje cuando el Sol ya había salido por el horizonte, pero de repente vino una nube y lo tapó, cosa que nos ayudaría a hacer el viaje sin pasar calor ni que nos diera el Sol. Estuvimos toda la mañana andando, mientras íbamos contándonos cosas. Le contamos a Paulin como nos habíamos conocido, en el colegio.
Al cabo de las horas siguiendo el río llegamos a un desierto, no sabíamos que estaba allí, nos impresionó mucho. Decidimos sentarnos a la sombra de una palmera y preparar la comida, filete de ciervo y una manzana roja cada uno y luego un vasito de sangre de ciervo. Comimos y bebimos con mucha ansia porque veníamos hambrientos del largo paseo. Luego nos tumbamos a echarnos una siesta.
Yo no me conseguía relajar así que me fui a dar una vuelta. Para mi asombro me encontré muchos animales pero me encontré un animal muy raro, tenía el tamaño de tortuga pero con la piel de un perro, lo llamé Gascu. Me bebí su sangre porque tenía mucha sed, para mi sorpresa la sangre sabía genial. Como había muchos cogí unos cuantos y me los llevé para que los probarán. Pero no se los iba a dar hasta que llegásemos a la cabaña casi.
Y así fue, cuando llegue ya se habían levantado, así que cogimos las cosas y nos fuimos. Me preguntaron que si había visto algo y yo les dijo que unos cuantos animales. Cuando divisé la cabaña saque a los Gascus y les dí uno a cada una, les dije que se bebieran su sangre. Les gustó mucho y me dijeron que dónde los había encontrado, les dije en el desierto. Me felicitaron y me dieron la enhorabuena. Yo me ilusioné. Los que sobraron me los quedé para mí.


D

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