Por fin todo había acabado. No habría más peligros para nadie, y lo más importante, estábamos a salvo.
Durante esas largas e interminables noches, pensé mucho en lo que Will era y en lo que me había convertido yo. No podía sentir nada, ni el frío ni el calor, no podía sentir apenas emociones, no me sonrojaba ni me atragantaba. Pensé en todo ello, y sentí un gran vacío. Entonces, se me ocurrió una idea un tanto delicada, pero eficaz. Mañana mismo la llevaría a cabo.
El sol asomó sus tímidos rayos de luz arrojándolos sobre el bosque mientras me recogía el pelo en una coleta alta. Me miré al espejo y me despedí de aquel rostro para siempre.
"Will, ¿puedo hablar contigo?" Dije entrando en la habitación." Necesito decirte algo importante."
"¿Qué pasa? ¿Te encuentras bien?" Me respondió rápidamente. Estaba sentado en la cama con solo unos tejanos negros.
"Es que... he tomado una decisión muy... importante." Le dije. " Me encuentro atrapada en este cuerpo muerto y he decidido acabar con esto."
"¿Estás... rompiendo?" Dijo aterrado.
"No, no. Es solo que.... Pff... Qué difícil es decírtelo. Vale, voy a ir al grano. Para que lo comprendas mejor: Voy a morir."
"¡¡¡¿¿Qué??!!!" Se levantó de la cama rápidamente y vino a cogerme de los hombros. "¿Te has vuelto loca? Eres mi vida."
"Will, yo... Los siento, pero ya he tomado la decisión. Sé que cada vez que me ves retienes las ganas de lanzarte sobre mí y devorarme, y lo noto en tus ojos. Además, algún día te imprimarás y todo lo demás desaparecerá para ti. Lo que sientes por mí es... aprecio. Les pasa a todos los lobos, y pronto te pasará a ti también, así que no quiero que te sientas anclado a mí."
"Lena, yo... No puedo perderte después de todo lo que hemos pasado juntos." Me respondió solamente.
" En realidad, mi espíritu vagará hasta en interior de un recién nacido y se alojará allí. Lo siento."
Me acerqué a él y dejé que mis colmillos rozaran su piel delicadamente.
"Ten, un regalo. Para que en los próximos veinte años solo envejezcas uno." Le sonreí y miré por la ventana el paisaje que nos rodeaba. Él se quedó quieto mientras el veneno hacía su efecto. Con un poco de suerte, conseguiría que se quedase quieto y no me impidiese morir.
Salieron de mi mano unas llamaradas verdes y amarillas y me las clavé en el corazón acto seguido.
Sentí cómo la vida se me escapaba de las manos y mi espíritu flotaba sobre mi antiguo cuerpo inerte. Ya está, estaba muerta.
Preferí no ver cómo los demás lloraban mi pena y floté sobre el bosque es busca de un cuerpo que me necesitase. Ascendí todo lo que pude y al instante me vi arrastrada a un hospital en el que una mujer daba a luz a una niña que se había quedado sin respiración. Me introduje en su cuerpo y el corazón empezó a latir con normalidad. Ahora me llamaba Grace, pero claro, jamás sabría que un espíritu llamado Lena me había devuelto la vida hasta que me encontré con un chico en el instituto que se llamaba William.
Laura.
El amor, la vida y la lectura suponen una gran aventura.
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